sábado, 10 de octubre de 2015

Aplaudir en un concierto o creer en Dios: una breve introducción a la sociología

Para todos nosotros ir a un concierto y aplaudir en su final es algo de lo más habitual, luego decimos que el aplauso es un signo de reconocimiento o aprobación a algo. Pero, ¿qué valor tendría el aplauso de un solo individuo en ese auditorio repleto de personas? Es por tanto un gesto social, ya que el aplauso de esa única persona entre un millar de ellas tiene más bien un valor sarcástico que expresa todo lo contrario a lo que en un principio he querido transmitir. Por lo tanto, en la ovación que hace el público al terminar una representación, entra en juego algo a lo que Carl Jung llamaba el inconsciente colectivo: una base de datos de emociones, sentimientos y acciones frente a determinadas situaciones a la que todos tenemos acceso.
Este es el primer paso dentro del camino de la sociología: abandonar el estudio del comportamiento de individuos en su singularidad y pasar a analizar la conducta del colectivo. Es por consiguiente una ciencia que analiza conductas sociales y evoluciones comunitarias.
Pero… ¿qué forja ese inconsciente colectivo, esa "personalidad social"?
Al igual que en un individuo aislado, la población ha ido adquiriendo una serie de conocimientos comunes a lo largo de su existencia. Somos historia viva y nos han formado las innumerables caídas que hemos tenido sobre distintos obstáculos (algunos de ellos reincidentes, porque ya se sabe: somos el único animal que cae dos veces sobre la misma piedra). Es aquí donde Ortega y Gasset (o la “masa encefálica” como le llamaba Indalecio Prieto) pronuncia su más célebre frase: yo soy yo y mis circunstancias (…).
Desgajando la cita, encontramos dos yoes, a los que vamos a denominar como yo1 (al primero de ellos) y yo2 (al segundo).
Haciendo un símil con un sencillo cálculo matemático encontramos que yo1=yo2+circunstancias, por lo que llegamos a la conclusión de que el yo1 es el contenedor de todo lo restante. Pero… ¿qué es el yo1? La unión del yo2 y las circunstancias del individuo.

Lo expone la cantante Janette de una manera diáfana en su canción Soy rebelde:




“Yo soy rebelde 
porque el mundo me ha hecho así 
porque nadie me ha tratado con amor 
porque nadie me ha querido nunca oír

O la archiconocida Alaska en su canción A quien le importa:

(…)
Mi destino es el que yo decido 
el que yo elijo para mí 
¿a quién le importa lo que yo haga? 
¿a quién le importa lo que yo diga? 

Ambas dos canciones hacen referencia a la circunstancias, al entorno de las cantantes. En la primera canción Janette recrimina a su entorno la falta de amor y comprensión que ha sufrido mientras que en la segunda, Alaska afirma realizarse a sí misma sin importarle la opinión de su entorno.
Dejando a un lado ejemplos musicales, podemos ver ejemplos más claros en la política y la historia pero esta vez referidos a las circunstancias de una sociedad o población: en el pasado siglo XX se cerró uno de los capítulos más negros de la historia de Alemania (si no el que más). El ascenso de los totalitarismos y en concreto del nazismo con Adolf Hitler encabezándolo que se cobró un saldo de más de doce millones de muertos, seis de los cuales judíos. El arrepentimiento y la vergüenza de la Alemania actual han llevado a prohibir el libro que escribió el Führer durante su estancia en prisión tras el fallido Golpe de Múnich, Mein Kampf, por considerarse este una apología al odio racial. Es uno de los ejemplos que conforman las circunstancias de la población alemana actual.
Las circunstancias de cada individuo vienen definidas por causas sociales y biológicas. En este último grupo el más claro ejemplo lo encontramos en la presencia de hormonas tales como la testosterona (en hombres) o el estrógeno (en las mujeres) que pueden aumentar o disminuir la agresividad.
Las creencias de una población son también objeto de estudio dentro de la sociología. Una gran parte de la población (aproximadamente el 75% de los españoles) cree en algún ser superior. Para ello, Pascal (filósofo y escritor francés) justificó por medio del siguiente razonamiento que creer en Dios era lo más lógico:


Dios existe
Dios no existe
Si crees en Dios
Si crees en Dios, actúas según sus enseñanzas y finalmente resulta existir ganarás lo prometido en los libros sagrados.
0
Si crees en Dios, actúas según sus enseñanzas y finalmente resulta no existir, ni perderás ni ganarás nada.
Si no crees en Dios
-
Si no crees en Dios y finalmente existe, recibirás todos los males prometidos en los libros sagrados de casi todas las religiones (que castigan el ateísmo).
0
Si no crees en Dios y finalmente no existe, ni perderás ni ganarás nada, porque no habrá ningún ente supremo que pueda castigarte ni premiarte.

Sin olvidar también posturas de otros sociólogos tales como Durkheim (quien considera que las religiones son ritos y creencias abstractas creadas por la sociedad para afirmar su sentido en su obra Las formas elementales de la vida religiosa) o Auguste Comte, padre de la sociología (quien defendía el método científico y racional como una última etapa evolutivo-social de la humanidad por encima de las dos anteriores: la etapa metafísica y la religiosa. Todo ello viene recogido en su obra Curso de filosofía positiva.).

No obstante, son en ocasiones los ateos los que tienen más cultura religiosa que los propios creyentes.


No puedo cerrar esta breve introducción a la sociología sin citar (al menos) antes la herramienta que está revolucionando todo lo relacionado con esta ciencia: internet, a la que casi el 80% de la población española accede al menos una vez al día. ¿Ha afectado internet a las relaciones interpersonales?



Álvaro Arrans Almansa,
2º Bachillerato “D”.



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