Para todos nosotros ir a un concierto y aplaudir en su final
es algo de lo más habitual, luego decimos que el aplauso es un signo de
reconocimiento o aprobación a algo. Pero, ¿qué valor tendría el aplauso de un
solo individuo en ese auditorio repleto de personas? Es por tanto un
gesto social, ya que el aplauso de esa única persona entre un millar de ellas
tiene más bien un valor sarcástico que expresa todo lo contrario a lo que en un
principio he querido transmitir. Por lo tanto, en la ovación que hace el
público al terminar una representación, entra en juego algo a lo que Carl Jung llamaba el inconsciente colectivo: una base de datos de emociones,
sentimientos y acciones frente a determinadas situaciones a la que todos
tenemos acceso.
Este es el primer paso dentro del camino de la sociología: abandonar
el estudio del comportamiento de individuos en su singularidad y pasar a analizar
la conducta del colectivo. Es por consiguiente una ciencia que analiza conductas
sociales y evoluciones comunitarias.
Pero… ¿qué
forja ese inconsciente colectivo, esa "personalidad
social"?
Al igual que en un
individuo aislado, la población ha ido adquiriendo una serie de conocimientos
comunes a lo largo de su existencia. Somos historia viva y nos han
formado las innumerables caídas que hemos tenido sobre distintos obstáculos
(algunos de ellos reincidentes, porque ya se sabe: somos el único animal que cae
dos veces sobre la misma piedra). Es aquí donde Ortega y Gasset (o la “masa
encefálica” como le llamaba Indalecio
Prieto) pronuncia su más célebre frase: yo
soy yo y mis circunstancias (…).
Desgajando
la cita, encontramos dos yoes, a los
que vamos a denominar como yo1 (al primero de ellos) y yo2 (al
segundo).
Haciendo un
símil con un sencillo cálculo matemático encontramos que yo1=yo2+circunstancias,
por lo que llegamos a la conclusión de que el yo1 es el contenedor
de todo lo restante. Pero… ¿qué es el yo1? La unión del yo2
y las circunstancias del individuo.
Lo expone la
cantante Janette de una manera
diáfana en su canción Soy rebelde:
“Yo soy rebelde
porque el mundo me ha hecho así
porque nadie me ha tratado con amor
porque nadie me ha querido nunca oír”
porque el mundo me ha hecho así
porque nadie me ha tratado con amor
porque nadie me ha querido nunca oír”
O la archiconocida Alaska
en su canción A quien le importa:
(…)
Mi destino es el que yo decido
el que yo elijo para mí
¿a quién le importa lo que yo haga?
¿a quién le importa lo que yo diga?
el que yo elijo para mí
¿a quién le importa lo que yo haga?
¿a quién le importa lo que yo diga?
Ambas dos canciones hacen referencia a la circunstancias, al entorno
de las cantantes. En la primera canción Janette
recrimina a su entorno la falta de amor y comprensión que ha sufrido mientras
que en la segunda, Alaska afirma
realizarse a sí misma sin importarle la opinión de su entorno.
Dejando a un lado ejemplos musicales, podemos ver ejemplos
más claros en la política y la historia pero esta vez referidos a las
circunstancias de una sociedad o población: en el pasado siglo XX se cerró uno de los
capítulos más negros de la historia de Alemania (si no el que más). El ascenso
de los totalitarismos y en concreto del nazismo con Adolf Hitler
encabezándolo que se cobró un saldo de más de doce millones de muertos, seis de
los cuales judíos. El arrepentimiento y la vergüenza de la Alemania actual han
llevado a prohibir el libro que escribió el Führer durante su estancia en
prisión tras el fallido Golpe de Múnich, Mein
Kampf, por considerarse este una apología al odio racial. Es uno de los
ejemplos que conforman las circunstancias de la población alemana actual.
Las circunstancias de
cada individuo vienen definidas por causas sociales y biológicas. En
este último grupo el más claro ejemplo lo encontramos en la presencia de
hormonas tales como la testosterona (en hombres) o el estrógeno (en las
mujeres) que pueden aumentar o disminuir la agresividad.
Las creencias
de una población son también objeto de estudio dentro de la sociología. Una
gran parte de la población (aproximadamente el 75% de los españoles) cree en
algún ser superior. Para ello, Pascal
(filósofo y escritor francés) justificó por medio del siguiente razonamiento
que creer en Dios era lo más lógico:
Dios existe
|
Dios no existe
|
|
Si crees en Dios
|
∞
Si crees en Dios, actúas según sus enseñanzas y finalmente
resulta existir ganarás lo prometido en los libros sagrados.
|
0
Si crees en Dios, actúas según sus enseñanzas y finalmente
resulta no existir, ni perderás ni ganarás nada.
|
Si no crees en Dios
|
-∞
Si no crees en
Dios y finalmente existe,
recibirás todos los males prometidos en los libros sagrados de casi todas las
religiones (que castigan el ateísmo).
|
0
Si no crees en Dios y finalmente no existe, ni perderás
ni ganarás nada, porque no habrá ningún ente supremo que pueda castigarte ni
premiarte.
|
Sin
olvidar también posturas de otros sociólogos tales como Durkheim (quien considera que las religiones son ritos y creencias abstractas
creadas por la sociedad para afirmar su sentido en su obra Las formas elementales de la vida religiosa) o Auguste Comte, padre de la sociología (quien defendía el método científico y racional
como una última etapa evolutivo-social de la humanidad por encima de las dos
anteriores: la etapa metafísica y la religiosa. Todo ello viene recogido en su
obra Curso de filosofía positiva.).
No obstante, son en ocasiones los ateos los que tienen más cultura religiosa que los propios creyentes.
No puedo cerrar esta
breve introducción a la sociología sin citar (al menos) antes la herramienta que
está revolucionando todo lo relacionado con esta ciencia: internet, a la que
casi el 80% de la población española accede al menos una vez al día. ¿Ha
afectado internet a las relaciones interpersonales?
Álvaro
Arrans Almansa,
2º
Bachillerato “D”.
Álvaro y su obsesión por nombrar a Hitler.
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